Han sido necesarias dos eternas décadas para que el mundo decida unirse contra el cambio climático:
desde la primera cumbre del clima en 1995, celebrada en Berlín (COP1) hasta la reunión de París
(COP21), que acaba de clausurarse con un pacto histórico.
Aunque se respiraba optimismo, la incertidumbre ha marcado las casi dos semanas de intensas
negociaciones para llegar a un acuerdo global vinculante.
Un acuerdo muy ambicioso
Finalmente, tras 13 jornadas de auténtica locura precedidas por un año de labor diplomática realizada
por el anfitrión galo, los 195 países que han participado en la cumbre de París (COP21) han aprobado
el acuerdo para limitar el calentamiento global a nivel mundial.
Haberlo alcanzado significa, sobre todo, haber llegado a un consenso mundial para adoptar un modelo
de desarrollo que permita alcanzar una economía baja en carbono. O, lo que es lo mismo el abandono
de los sistemas de crecimiento basados en los combustibles fósiles.
El carácter universal y vinculante del acuerdo lo convierten en un pacto histórico para la humanidad.
Todos los países han adoptado el texto, si bien todavía deben ratificarlo.
Establecer un objetivo realmente ambicioso es otro de sus grandes logros. Si bien fija como meta
“mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los dos grados con respecto a los niveles
preindustriales” insta a “perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados”.
Es decir, aunque el marco general son los dos grados los países deben deben esforzarse en que no
Es decir, aunque el marco general son los dos grados los países deben deben esforzarse en que no
rebase los 1,5 grados para aumentar el control de los eventos extremos. Y, con ello, “los impactos
más catastróficos del cambio climático”.
Para lograrlo se han establecido compromisos nacionales de recortes de emisiones, aunque son
voluntarios, un punto débil del acuerdo que se ha asumido para no disuadir a los países.
Con clara intención de compensarlo, se obliga a los países a rendir cuentas de su cumplimiento.
Eso sí, el capítulo de las sanciones también ha quedado pendiente.
Asímismo, con el fin de hacer compatible la voluntariedad con el cumplimiento de objetivos se
confía en la revisión de los compromisos. En concreto, se ha establecido la obligatoriedad de
renovar sus compromisos al alza cada cinco años.
Lágrimas de emoción y aplausos
El plenario se alzó y estalló en emotivas demostraciones cuando el presidente de la cumbre y
ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, dijo esta tarde, a las 19:26 minutos, la esperada frase:
“El acuerdo de París ha sido aceptado”.
Su discurso, muy aplaudido, finalizó con aplausos y abrazos entre los delegados de países de todo
el mundo. “Acabamos de hacer una cosa grande”, dijo con los ojos vidriosos.
El texto se cerró de madrugada y se aprobó esta tarde, consiguiendo la adopción formal de los cerca
de 200 negociadores que habían acudido a la cumbre.
Un acuerdo histórico, primeramente, por ser global y vinculante. No en vano, es la primera vez que
se consigue un compromiso que incluya a todos los países mediante un acuerdo al que se obligan
jurídicamente.
En este doble sentido, el Acuerdo de París supondrá un cambio “absolutamente radical” en la lucha
contra el calentamiento global. Además, será “un salto cualitativo y cuantitativo enorme con respecto
al Protodolo de Kioto”, dijo la minisra española de Agricultura y Medioambiente, Isabel García
Tejerína.
El acuerdo igualmente aborda la peliaguda cuestión de la financiación, un aspecto que también marca
un antes y un después. En el texto se habla de dinero, fijándose 10.000 millones de dólares al año para
que países menos desarrollados puedan afrontar las consecuencias del cambio climático.
Activistas: contentos y reivindicativos
Durante toda la jornada miles de ecologistas protagonizaron numerosas acciones para demostrar su
deseo de un acuerdo “ambicioso y justo”.
Una vez alcanzado, las declaraciones han sido mayoritariamente positivas, señalando como fallos no
fijar recortes obligatorios en las emisiones.
El presidente francés, François Hollande, planteó una vez aprobado el acuerdo la posibilidad de que los
países que lo quieran vayan más lejos del acuerdo y antes de 2020 (año en el que entrará en vigor)
recorten aún más sus emisiones y aumenten sus compromisos financieros.
Los activistas también coinciden en señalar que se ha reaccionado tarde, quizás demasiado. Entre otras
reivindicaciones, se echan de menos compromisos concretos para distintos países.
En clave triunfalista, por contra, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, señaló a través de las
redes sociales que el acuerdo de París era “algo enorme” y se ha firmado sobre todo “gracias al
liderazgo estadounidense”.
La próxima cita: COP22
Hakima El Haité, ministra de Medio Ambiente y representante de Marruecos, país que acogerá la
próxima cumbre (COP22) del 7 al 16 de noviembre de 2016, ha comunicado su gran entusiasmo por
poder proseguir avanzando por la senda iniciada hoy en París.
Si Hollande definió con entusiasmo el acuerdo como el inicio de “un movimiento imparable e
irreversible” que supone entrar en “la era del bajo carbono”, la representante marroquí expresó su
satisfacción por ayudar a que éste no pierda impulso.
“Hoy tenemos por primera vez un acuerdo global y transformador que pone al ser humano y a su
planeta en el centro de las prioridades internacionales”, concluyó.
De todos modos, conviene no perder de vista que las metas nacionales del clima no son suficientes
para alcanzar los objetivos marcados en el acuerdo.
Adoptarse un compromiso global que comprometa es un logro enorme, qué duda cabe, pero como
suele decirse, obras son amores… Hoy, sin embargo, es momento de celebraciones. Un acuerdo
histórico no se vive todos los días, y menos todavía de tipo ecológico. Brindemos por ello.
http://www.ecologiaverde.com/cop21-historico-acuerdo-paris-frenar-cambio-climatico/#more-15381
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